domingo, 26 de junio de 2011

¿Vivir o sobrevivir?

Maria Moragues/Posadas

Una no llega a imaginar que es la pobreza hasta que no la tiene delante de tus propias narices. Vives con lujos, con aquello que consideras que es imprescindible en tu vida pero no lo es, y oyes a lo lejos aquello que se puede definir como pobreza. Son niños desnutridos, con familias totalmente desestructuradas, con carencia de tantas cosas inimaginables que hasta que no las ves no comprendes que es. Definir pobreza es muy fácil, lo aprendes en la escuela, pero en mi vida diaria no conocí el significado real que tenía hasta llegar aquí.
Nunca vi a un niño descalzo,  en un día de lluvia, pidiendo en frente del supermercado más grande de toda la ciudad. Nunca vi a niños durmiendo en la calle con cartones. Nunca vi a madres suplicando que les compres algo porque si no sus hijos seguirán sin comer. Nunca vi como un niño con cara de pena llama a tu casa rogando que le des un paquete de aquello que te sobre.

Esto es lo que he visto, y mucho más, durante mis tres últimos meses, todo lo contrario a lo que estaba acostumbrada a vivir. Antes de venir a Posadas me consideraba una mujer normal con una vida normal, aquí me he considerado privilegiada por tener todo lo que tengo, pero sobretodo una mujer ignorante que no veía más allá de una simple definición de pobreza.  
Puedes considerarte solidaria por ayudar a los más necesitados, pero aquí hay tanto que hacer que no sabes por dónde empezar. Sí, es tan diferente. En España puedes ver a indigentes, puedes darles dinero, ayudar en asociaciones como Buñoleras sin Fronteras, buscar soluciones en tus votaciones, pero aquí todo cambia.
Cuando pasa el tiempo te acostumbras que es lo peor que te puede suceder. En mi comienzo me indignaba por ver la situación de centenares de familias, después te resignas. ¿Qué puedes hacer tú, una estudiante que va a estar 4 meses? ¡NADA! En ese momento llega otra vez tu indignación, siempre te habías considerado una persona solidaria y ahora que convives con  la pobreza no tienes soluciones. Lo único darles unas cuantas monedas que tienes en tu bolsillo para que ese día puedan comer algo, entrar a un supermercado y comprarles comida preparada. Es indignante.
Y más cuando ves que parte de la sociedad ha convivido con ello y no pone soluciones, que el gobierno da ayudas a diestro y siniestro pero siempre son los beneficiarios los mismos. Que los partidos políticos se escudan detrás de eslóganes como “Conmigo se acaba la era del choripan”. Comida que se relaciona con la clase social más baja. ¿Y cuando llegan al poder que hacen? NADA, lo mismo que has hecho tú durante 4 meses. Con la diferencia que ellos tienen un capital incalculable para poner soluciones y una legislatura entera para cambiar la situación.  Y tú cuatro meses y una beca que no te da ni para pagar el pasaje de ida y vuelta.
¿Cuántas veces has visto a un minusválido, que debería ir en silla de ruedas, arrastrándose por el suelo? Yo nunca, hasta que vine aquí. Las ayudas para estas personas son mínimas, por no decir nulas. Ser minusválido en Posadas se convierte en una persona dependiente totalmente de los demás.  De la caridad, de la solidaridad y sobretodo de tu situación económica. Si tu familia tiene plata para ayudarte ¡SIENTETE UN AFORTUNADO! Que diferente es la vida. En España no hay muchas ayudas, pero las hay. Puedes ser beneficiario de ellas y tener una vida como cualquier otra persona. Aquí nos minusválidos lo son, para salir a la calle necesitan la ayuda de otra persona, no hay infraestructuras necesarias para que una persona minusválida sea autosuficiente e independiente.

Tampoco lo son las personas mayores. Estábamos haciendo un trabajo sobre las ausencias de Posadas y encontramos a una anciana pidiendo en un semáforo.  Nos acercamos para preguntarle si podíamos hacerle unas fotos que éramos españoles y que queríamos hacer un trabajo de denuncia. Nos explicó que llevaba 5 años esperando que le pasaran su pensión, que no tenía dinero para vivir y que esa era su manera de sobrevivir, pedir plata y vender caramelos en un semáforo.

Después ves las noticias de España, un país totalmente desarrollado, que se pelea por que la edad de jubilación aumenta y piensas ¿Somos unos afortunadas a pesar de los recortes sociales? Pues sí, lo somos. Tenemos una vida digna, lo más importante.
Aquí he aprendido y mucho, a ver la vida de otra manera. A sacrificar cosas que antes consideraba tan importantes y no lo son. Pero sobretodo he aprendido que hay soluciones a todo, que con ganas y esfuerzo se pueden cambiar las cosas. Yo no tengo tiempo, me queda una semana en Posadas, pero espero que con este artículo muchas personas recapaciten sobre la manera de vivir, porque aquí no se vive se sobrevive.


1 comentario:

  1. Marieta, m'has ficat els pels de punta.... que afortunats som tots nosaltres de tindre tot el que volem i encara reneguem!!!!!

    ResponderEliminar